Darse una vez al día una ducha fría, o exponer el cuerpo a bajas temperaturas
puede ser una forma de mejorar la salud mental y física. Mejora la circulación del
cuerpo, aumentando la vitalidad y aliviando el estrés. Además de activar la
regeneración de nuevas neuronas de nuestro cerebro, aumenta la sinapsis
cerebral gracias al mayor flujo sanguíneo. Los deportistas de alto rendimiento
luego de hacer el entrenamiento diario se sumergen en agua fría para acelerar
el proceso de reparación del cuerpo, mientras que una persona común puede
beneficiarse de igual manera tomando un baño en agua fría durante unos minutos.
Es verdad, en verano es más fácil. Algunos recurren a estrategias como terminar
la ducha caliente del día con unos minutos de agua fría. Lo cierto es que es más fácil
de lo que parece una vez que damos el primer paso que es meternos en agua fría.
La exposición al frío nos da un beneficio instantaneo gracias a esto, el poder ejercitar
la voluntad y decisión frente a un obstáculo. Nuestro cuerpo libera serotonina y
adrenalina que si calmamos la respiración experimentamos como estas hormonas
resetean nuestro cuerpo. Con estos procesos hormonales es que el cuerpo humano
se enfrenta a situaciones de estrés, a mayor contacto con el agua fría, el cuerpo
comienza su proceso de alerta y es por esto que dejamos de sentir frío.
La manera de beneficiarse a corto plazo con las duchas frías es aprender a relajarse
ante la exposición al estrés, mejorando la concentración y aprendiendo a manejar el
estrés con la mente. Lo ideal es hacerlo todas las mañanas. A largo plazo sentiremos
los beneficios de una manera más sutil, notaremos que somos capaces de tolerar el
estrés diario más fácilmente, y gozar de mayor energía durante todo el día.
Sumando a que como beneficio también mejora el sistema inmune, nos libera de las
alergias y nos ayuda a respirar mejor aumentando el oxígeno, lo que significa mejor
eficiencia en los procesos naturales del cuerpo.
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